martes, 17 de octubre de 2017

Una realidad delirante


Ayer los científicos detectaron por primera vez ondas gravitatorias emitidas por la fusión de neutrones estelares.

Resulta muy interesante que el cosmos tal como lo concebimos hoy es una entelequia de la cual no tenemos casi registro perceptual.

Los pobres diablos no tenemos de los agujeros negros, el Big Bang, las cuerdas, los quásares, la velocidad de la luz, los gusanos, las espumas cuánticas, las gravastars, más prueba de la que tenían los pobres diablos griegos de Afrodita, Zeus, Ares, Atenea, Hermes, Apolo, Artemisa, Hefesto, Deméter o Hestia.

Sin embargo, paralelamente al desarrollo de Hollywood, la Ciencia ha intentado convencernos de que su realidad es inapelable.

Nadie niega que exista esta realidad.

Con lo que tenemos problemas es con el monoteísmo subyacente, que dicta que sea la única realidad.

Claramente, los recursos de la percepción son creados sólo para captar aquello que es concebido como parte de la realidad.

De allí en más, los perceptores pueden ponerse muy sofisticados y creativos, pero no serán capaces de percibir algo para lo que no fueron creados.

Luego, es interesante el modo en que es ridiculizada, triturada y eliminada por delirante la posibilidad, por ejemplo, de que el individuo no exista, de que todos los seres se transmuten permanentemente o de que el tiempo puede manejarse como un carpintero hace con la madera, como si no fuera delirante la idea de que la velocidad tiene un fin, o de que existen agujeros en el que las cosas entren sin ir a ningún lugar.


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