lunes, 24 de julio de 2017

El cartel de la indignación


El indignacionismo, quedarse en la indignación, es anestesiante.
Vaselina.
Lo que sirve es pasar a la acción.
En el campo en que uno sea más útil, con los tiempos que uno maneje mejor, con las mejores herramientas de que se dispone.
Siempre con otros.
Me parece útil que las personas que tienden a observar y pensar, entiendan a quiénes están en el poder.
Que sepan de qué esta hecha la herencia de la que se invisten, que les llega directamente de Sarmiento, Mitre, Roca, Félix Uriburu, Manuel Carlés, Álvaro Alsogaray, Videla, Rojas, Martínez de Hoz y la mayoría de los miembros de sus familias y de las familias Braun, Bullrich, Anchorena, Bunge, etc.
Hace unos meses alguien puso un cartel de turismo en un lugar que le parecía adecuado de la Plaza de Mayo.
Quizás lo dispuso un joven funcionario del PRO.
Quizás no, pero lo interesante es el sentido que tiene que pudo haberlo sido. Un joven que entiende que gobernar es sólo administrar, que gobernar no tiene nada que ver con la política, porque la política es corrupción.
Siempre entendió eso porque sus padres eran apolíticos, y sus hermanos y demás familiares, y sus profesores y compañeros eran todos apolíticos.
Y por eso mismo, el joven no sabía que ese punto donde mandó poner el cartel haciendo cavar pozos para que las columnas que lo sostuvieran tuvieran cimiento y fueran fuertes y el cartel estuviera bien puesto; no sabía el joven que ese punto es parte de un circuito, de un círculo que desde hace 40 años recorren cada jueves en ronda las Madres de Plaza de Mayo.
No lo sabía.
Apenas sabe que existen las Madres de Plaza de Mayo. Le caen un poco bien, porque le suena que tienen que ver con las Abuelas de Plaza de Mayo, que tienen buena fama en Europa, pero sobre todo le caen mal, porque le suena que hacen lío.
Bien. El cartel fue removido.
Eso es esperanzador.
Y fue removido porque algunos no se quedaron satisfechos con su propia indignación, sino que la usaron para actuar.
Sirve menos indignarse con ese joven funcionario que comprenderlo, porque así es como se decide mejor qué hacer con él.







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