domingo, 23 de octubre de 2016

Anglófilos, francófilos, sinófilos



Hace hoy un año, el Washington Post superó al The New York Times con 67 millones de visitantes en su página web contra 66 millones. Lectores de todo el mundo aprenden qué es la realidad a través de un diario norteamericano.
A muchos franceses no les cae simpático que uno les hable en inglés. Entre otras razones, eso es parte de  la antigua competencia entre aspiraciones imperiales entre Francia y el Reino Unido.
Esta semana, me encontré con una chica muy joven que se derretía de amor por los ingleses.
Tengo un amigo que sufre el mismo síndrome de derretimiento por los franceses.
Yo, que podría haber muerto en la guerra de las Malvinas, tengo muchos amigos de mi generación que cultivan un odio visceral contra los ingleses. Están alineados con los folcloristas, como Luis Landriscina, que organizó una marcha de desagravio cuando The Cure vino a la Argentina.
Ahora China intenta hacerse amigo de todos los países del Globo, para lo cual es indispensable que los demás hablen su idioma.
Ha instalado casi 500 institutos Confucio por todas partes, está becando a miles de estudiantes de chino.
Seguramente los chinos entienden lo importante que son los afectos en estas contiendas.
Tienen armas muy buenas para esa pelea —tanto como es una brutal desventaja competitiva la distancia lingüística entre otros idiomas y el chino.
Muchos visitantes se enamoran de China, regresan a sus países con una fuerte necesidad de volver lo antes posible.
Y todo el tiempo escucho comentar que los chinos son buenos anfitriones y buenos amigos.
Estamos en el escenario de la disputa cultural de los imperios. La arena del softpower. Podríamos sumar, pero siendo una disputa, es lógico que nos sumemos a los menosprecios, acusaciones, prejuicios y exclusiones.
No digo que reprimamos la anglofilia, la francofilia, la sinofilia.
Sólo advierto que estamos metidos en una batalla.
Es mejor que lo sepamos, si queremos beneficiarnos todos.

Si nos dejamos atrapar por la inocencia, no seremos más que carne boba que sirva a uno u otro bando.

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