domingo, 10 de abril de 2016

La vida en suspensión


Mientras escribía me quedé dormido sin darme cuenta, y cuando me desperté tenía la consciencia de que ya me había muerto y de que había empezado a vivir una vida en suspensión.
Me sentí a la vez infinitamente solo, porque en el estado en que estaba no había nadie más y no podía estar con los vivos, y a la vez acompañado, porque seguía acá, en el mundo de los vivos, en medio de los vivos que vivían su vida.
Tal vez estaba ensayando en sueños una respuesta a la pregunta de qué está sintiendo alguien que murió hace tres meses.
Quizás este es uno de los lugares por los que se pasa cuando se ha decidido atravesar el territorio del duelo.




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