domingo, 20 de diciembre de 2015

Las colmenas de mi abuelo Emilio


Mi abuelo Emilio tenía el extraño, asombroso don de que sus animales parieran muchas crías, sanas, robustas, hermosas, que se convertían todas rápidamente en animales espléndidos.
De mi vida con él cuando me crió en el campo, no sé bien si recuerdo lo que pasó o lo que imaginé que pasó en base a los relatos de mi madre.

Lo cierto es que recuerdo que lo acompañaba a cosechar la miel. Las abejas no lo picaban, ni a mí. Íbamos de cajón en cajón, por un campo verde claro, de pastos que reflejaban la luz del sol, tanto que yo apenas podía abrir los ojos. El terreno estaba inclinado desde un monte de eucaliptos hasta un cañaveral que bordeaba el arroyo. Mi abuelo siempre me hablaba. Embardunaba un palo con miel y me lo daba. A cada rato hacía eso; chupando esos palos, yo comía kilos de miel. Cuando llegaba de trabajar, mi mamá lo retaba, pero él no le prestaba atención. Mi papá también estaba todo el día trabajando. En la casa del campo estábamos solos, mi abuelo y yo. Creo que él también la pasaba bien conmigo. Hacíamos muchas cosas, íbamos a pescar en su bote, picábamos maíz para las gallinas, hacíamos la quinta, lo acompañaba cuando andaba en sulky, escuchábamos música en la radio. Pero a mí lo que más me gustaba era cuando salíamos a cosechar la miel. Pienso que cuando me muera, me voy a ir a ese campo, me voy a encontrar con mi abuelo y me va a llevar de la mano hasta las colmenas.






3 comentarios:

  1. Entre otras cosas, crió tu abuelo una abundante prole de nenes y nenas. Ellos formaron también una colmena que supo alimentar a los suyos, picar a los ajenos cuando no adoptarlos, De esa miel estás fundado y solés convidar y dar de vivir a quienes andan a tu lado.

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