sábado, 24 de enero de 2015

Tchaikovsky por Nigel Kennedy


No fue una noche, fueron años de noches en que Nigel Kennedy no recordaba las circunstancias en que se había quedado dormido. Descendiente de músicos de raza, niño prodigio protegido de Yehudi Menuhin, luego llevado por Dorothy DeLay en la Juilliard School de Nueva York, siempre caminó por el lado oscuro. Mandó todo al carajo un día, y cuando volvió a la industria sinfónica, se negó a deshacerse de sus años de croto. Tocaba Hendrix y The Who, y buscó autores extremos entre los clásicos. Encontró a Sibelius, a quien entendía como borracho, y a Tchaikovsky, de quien respetaba mucho su homosexualidad. Aquí se puede apreciar todo lo que un violinista punk le puede sacar a Tchaikovsky y entender cuánto ha de descansar en paz el alma de Tchaikovsky al oír que alguien acepta todos los costados de sí mismo que puso en su música.
Las tres primeras pistas son de un concierto de Tchaikovsky y las demás del finlandés Johan Sibelius.




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