lunes, 19 de enero de 2015

Sueño con serpientes


Eran las chicas más lindas que conocí ese año. Tenían esa chispa femenina que a los hombres nos fascina y que jamás podemos alcanzar, porque es más rápida que lo que podemos movernos y pensar, y más despiadada, graciosa, osada y loca de lo que podemos concebir.
Siempre quedamos como bobos, los hombres frente a esas chicas. Y es lo que me pasó de lleno con estas dos, que eran dos ejemplares bastante extremos. Terminaron ligándose entre ellas y no es que me dejaron afuera, pero me sumaban como a una mascota, por cariño, para jugar, pero yo les era completamente dispensable, y cuando verdaderamente se entusiasmaban me apartaban y se olvidaban de mí.
El sexo era importante entre ellas. Pensé que eran unas ninfómanas, unas sexópatas. Con el tiempo, con bastante tiempo, sin embargo, comprendí que dentro del sexo buscaban algo más, y que cada vez que se lanzaban a morderse y mirarse y refregarse y susurrarse y chuparse y enroscarse una en la otra como un manojo de serpientes hermosas, estaban buscando meterse una dentro de la otra más y más y más, buscando algo que habían podido tocar con la punta de los dedos y que sabían que podían atrapar.



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