lunes, 10 de noviembre de 2014

Remedio



El cura FitzPatrick fue mi confesor. Me decía, cuando estaba internado en el hospital: "nunca sentí realmente aquello de encomendarle a Dios mi espíritu. A tu edad temía morir. Luego temí morir y sufrir. Ahora ya no temo a la muerte, sólo rezo por no sufrir. Ya taché la generala doble, si no tengo un golpe de suerte y me llevan rápido, deberé trabajar para tachar la generala. Duelo, pero no hay otro remedio".







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