lunes, 29 de septiembre de 2014

Me pasó en el chino


 

En facebook alguien creó el perfil “Me pasó en el chino” e inmediatamente se hizo colectivo —ya no importa quién lo creó.
Ese particular colectivo de red social por internet se cuenta qué hace “el chino del supermercado”.
El chino le causa risa. Se ríe de que no entienda español, de las distorsiones que resultan de ello, pero no es una risa ensañada. Es apenas cruel, y tan cruel como enternecida.
Le llama la atención la diferencia de códigos más allá de cualquier discriminación.
Presenta un chino del supermercado vivo, a veces pícaro, bestial, que no se detiene ante el desconocimiento del código.
Disfruta de cómo el chino transgrede las normas, y de que se vale para ello de las zonas grises (se hace el perdido en la traducción, o se hace el distraído, o el boludo, o "no entende") que dejan las dificultades en la comunicación.
Ese chino es una construcción del colectivo y el colectivo disfruta del chiste que se le ha ocurrido (en dos horas la foto de arriba cosechó más de 500 “me gusta” y fue compartida 50 veces).
Y de esa complicidad no excluye al chino.
Al contrario, el colectivo, que es de neta idiosincrasia argentina, festeja al chino porque es un poco su héroe: hace lo que el colectivo quiere hacer, pasa por arriba todas las normas de la publicidad comercial y pone una foto de Rachel para atraer la atención.
No veo cómo cualquier intento de estudiar las relaciones culturales entre chinos y argentinos puede dejar atrás este fenómeno.













domingo, 28 de septiembre de 2014

El nuevo rumbo del viejo mar conocido


Una tormenta me ha sacado del rumbo que llevaba. Primero zozobré en la confusión, temí morir. Pero luché con fuerza por salir adelante y lo conseguí.
He dejado la noche atrás y con la calma logro reconocer el nuevo mar al que vine a parar.
Es un viejo conocido. Pasé buenos momentos en estas aguas. Fui pusilánime en mi vida, me atreví a desear poco, y si algún deseo se escapó a la represora mano de mi cobardía, luego no me entregué con la locura necesaria a la misión de cumplirlo. Pues este es el mar donde debería desear y vivir lo deseado. Aquí el mundo está hecho sólo de misterios incitantes y ardientes, y cada intento por tocarlos es una transgresión.
Miro a mis amigos: no sé quiénes están en este mar. La mayoría ha conseguido acomodarse en otras vidas. No sé si algunos se queman en esta desesperación por morder lo desconocido, desatar las cadenas de lo imprevisto y lo inconcebible.
Si alguno hubiera, lo convoco.

Hay mucho por hacer.


La miseria del ser humano


Tatiana comenta una novela de Nick Hornby: "el tipo ni siquiera la pasó tan bien con la mina, pero ahora que ella lo largó, está apasionado. Lo buscan 20 mujeres que lo trastornarían más que la ex, pero el boludo las deja pasar todas. Siente que estar con ellas es NADA en comparación con la tristeza por no estar con la otra, que es TODO. El amor es una miseria".
Le cuento que mi amiga Negrita, cuando yo le lloraba algún asunto, me miraba fijo por unos segundos, haciendo ese silencio, y al fin me decía "Chinito, el ser humano es miserable".
Tatiana concluye: “Cuando alguien no está bien, entero, con control de su voz, bañado y oliendo decentemente, no se debe presentar ante las demás personas”.