domingo, 1 de diciembre de 2013

Los tristes novios



UNO
Con mi sobrina Pauli habíamos visto la Hair de Milos Forman como inspiración para su cumpleaños de 15, que ella quería de temática hippie. Como es una chica de personalidad arrolladora, la fiesta fue expansivamente hippie, en la estética, pero también en conceptual, por lo que rapidísimamente se dejaron  atrás las formalidades, el vals, el video de cuando era "chica" y el programa establecido y todo el inmenso salón se convirtió en la nube tumultuosa de una compañía de ballet masiva y desenfrenada. Todos se descalzaron, los varones tiraron los sacos en las sillas, las chicas abandonaron saquitos y carteras y se abrazaron en una celebración tribal de una alegría primitiva que era la envidia de todos los adultos.
Pero no sólo los adultos quedaron fuera de la joda. En las mesas que quedaron en un sector a oscuras, estaban sentadas de a dos los chicos que, desgajándose del grupo, se habían puesto de novios. Todos derechitos en las sillas, uno al lado del otro, uno al lado del otro, en silencio, en la oscuridad. No iban a bailar con la horda porque desde que se tenían uno al otro habían perdido la barra. Las parejas son exclusivas. Especialmente la pareja de estreno. En San Nicolás la primera pareja que uno tiene se parece obedientemente a la pareja como debe ser, él un caballerito, ella una señorita. Respetan las normas, son responsables, serios, fielmente parecidos ella a su mamá, él a su papá.
Y allí estaban, sin mandarse una macana, comportándose, conservando el saco y la postura. Nada de bailar como monos, ni de sudar como futbolistas, ni de zamarrearse uno al otro, ni de hacer pogo, ni de dar alaridos y revolear el cabello. Ninguna locura. Sólo aburrirse. Sometidos hasta la muerte, aburrirse.


DOS
Soltero, siempre estaba en barra, con amigos para acá y para allá, en la casa de este o aquella, o con algunos en su casa. Ahora, que al fin consiguió novia, se lo ve siempre solo.









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