viernes, 11 de octubre de 2013

Recuerdo del pequeño hijo

De Clarice Lispector 

¿Y qué sentir del hijo? Si de algún modo me quedo sin ningún sentimiento irreconocible. ¿Qué sentir? Veo su cara quemada por el sol, cara completamente inconsciente de la opresión que tiene, toda concentrada como está como bicho lindo, delicado y feroz –en las lamidas a su helado.

El helado es de chocolate. El hijo lo lame. A veces resulta demasiado lento para su placer, y entonces él lo muerde, y hace una mueca que es totalmente inconsciente porm la felicidad incomoda que da el pedazo helado que llena la boca caliente. Ésta, la boca, es muy linda. Miro al hijo toda compacta, pero él está acostumbrado a la tontería de mi mirada concentrada de amor. No me mira, y no le molesta ser observado en su acto íntimo, vital y delicado: sigue lamiendo el helado con la lengua roja y atenta. No siento nada, salvo que estoy entera, pesada con material de primera, buena madera. Como madre, no tengo delicadeza, soy grosera y silenciosa. Miro con la rudeza de mi silencio, con mi ojo vacío aquella cara que también es ruda, hijo mío. No siento nada porque esto ha de ser un amor pesado e indivisible. Allí estoy, reculando. Reculando ante tanto. Lo impenetrable me deja con una especie de áspera obstinación; impenetrabilidad es mi nombre; estoy allí, endomingada por la naturaleza. Mi cara ha de tener un aire tozudo, con aire de extranjera que no habla la lengua del país. Parece un sopor. No me comunico con nadie. Mi corazón es pesado, obstinado, inexpresivo, cerrado a sugerencias.

Estoy allí, y veo: el rostro del niño se volvió por un instante ávido –es que debe haber encontrado algún pedazo de helado con más chocolate que el resto, y que la lengua avisada captó. Nadie diría que soy delgada: estoy gorda, pesada, grande, con las manos encallecidas no por mí sino por mis ancestros. Soy una desconfiada que está en tregua. El hijo come ahora el cucurucho del helado. Soy una inmigrante que se arraigo en tierra nueva. Mi ojo es vacío, áspero, ve bien. Y ve: un hijo con expresión concentrada que come.


(Gracias Flaca Sandra Vega por avisarnos de este texto).