viernes, 13 de septiembre de 2013

Programadores, esos héroes anónimos

Uno de esos días en que me palmó la pc me di cuenta de que el problema excedía la pérdida de los DATOS. El daño que sentía no era el de la pérdida de la memoria, sino el del bloqueo de una enorme masa de funciones mentales. Empecé a sospechar que lo que me faltaba era un LÓBULO CEREBRAL. Concluí que la computadora es menos los datos que la manera en que ACCEDEMOS a ellos y las formas en que podemos DISPONER de ellos y USARLOS.

El nombre de esas maneras es SOFTWARE.

Los software, a propósito, son creados por personas.

Comprendí aquel horrible día en que quedé afuera, que la red total (que incluye internet y sus redes internas, pero también a toda le gente que usa Office y las demás plataformas y software) no está hecha por los datos más que por los particulares modos y sistemas de conexión entre los datos. En el cerebro se constata el pensamiento como operaciones que ponen en juego vinculaciones establecidas, conexiones;  la red que desaparece cuando se nos caga la computadora es de procederes de razonamientos, inducciones, inferencias, deducciones, incluso intuiciones creados por los desarrolladores de software.
No entiendo, así, cómo no son más famosos que Federer o que Putin las personas que inventaron el Word, el Photshop o el Candy Crush.