martes, 11 de junio de 2013

La esperanza y la muerte


La pasividad de la esperanza me irrita.
No me gusta mucho tener esperanza.
Quien espera me parece un parásito, me dan ganas de sacudirlo diciéndole que con ponerse a esperar, ya está muerto. Que ya nunca tendrá lo que espera, y si le llega, ya no valdrá nada porque estará arruinado por esa miserable actitud de quedarse esperando.

Sin embargo, admito que es muy arduo vivir sin el optimismo de la esperanza. Por ejemplo, este detalle: el invierno es la Muerte, y sin embargo, su primer día es el día más corto del año, de modo que apenas empieza la Muerte, ya los días empiezan a alargarse.