sábado, 22 de septiembre de 2012

La joven Victoria



Naturalmente, permitimos que nuestra gente se complaciera en la idea de que la joven Victoria creció sólo entre sedas, amable silencio y agua de azahares. Pero no habría sido reina si no le hubiéramos permitido seguir su vocación real, y así jugó con los niños de Johannesburg, se ganó la vida en una fábrica en Manchester, vivió con una familia de campesinos en Bedfordshire, fue una solitaria que caminaba por los acantilados de Scarborough, comió con la mano en Benarés, navegó en un barco ruinoso, aprendió a hacer vitreaux en una vieja casa de piedra de Essex.
Nuestra Victoria gobernó el mundo porque lo conocía íntimamente.
(“Memories”, Sir Denis Fitzpatrick)