jueves, 29 de septiembre de 2011

Cielo o infierno en las cajas chinas

Pareciera ser que el advenimiento de su madurez estuvo marcado por el momento en que empezó a jugar el juego de las cajas chinas: abría una y encontraba dentro otra cerrada, o varias, y a medida que las iba abriendo aparecían más y más, en una multiplicación infernal (abominable, porque instala el infinito, sintió Borges), salvo que en una de las cajas podía probadamemente aparecer un tesoro. Entonces el infierno se volvería Cielo.

Además, a su edad ya no podía volver. No le quedaba sino seguir abriendo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Palabras


Por una calle de Barrio Norte, Pacheco de Melo o Azcuénaga, este hombre (parecía extranjero, holandés o francés) llevaba en el hombro un loro. Escuché al loro: "este es mi Hijo Bienamado".

Otro. Este era un linyera que estaba borracho en la penumbra maciza del sector de Plaza Houssay ocupado por los miserables. Pasé cerca y oí que pronunció mi nombre. Me detuve a observarlo para descubrir quién era. Quién, que yo conocí, se derrumbó con el vino hasta llegar a esa penumbra, o quien se volvió loco o por algún motivo se zafó de la vida hasta acabar tirado ahí. Por un instante no pude reconocerlo porque me tenía los ojos clavados sin piedad. Luego lo miré bien: no era alguien que conociera. Me pidió un faso. Le dije que no fumaba y seguí andando.

martes, 27 de septiembre de 2011

Una pizca de destino


Alrededor de la durísima palabra destino hay una serie de coadyuvantes: fatalidad, forzoso, ineludible, insanable, irremediable, inevitable, indeclinable, indefectible, obligado, infalible, irrevocable, inapelable, ineluctable, necesario, insalvable.

La idea del destino se nos hace absurda. Quizás la investimos de absurdo, un tipo de absurdo que nos ofusca y provoca, y enfurece, porque atenta contra nuestra idea de libertad.
Esta contienda ha sido largamente discutida cuando el escenario era la Voluntad de Dios y el Libre Albedrío con el planteo: si todo lo que sucede en el Universo es obra de Dios Todopoderoso, ¿qué es eso de la libertad que otorga al hombre, de matar o amar, etc.?

Para muchas sociedades, el destino ha sido fantásticamente liberador: nada tengo que decidir, dado que todo ya está decidido.

Sin destino, se hace camino al andar. Cuando el destino existe, entonces cada uno de nosotros, todo el Universo, es su carnadura esclava, que no tiene otra razón de ser que servirle de soporte.

Los viajes en el tiempo son otro escenario para discutir el tema: no podría existir la realidad si un factor de un momento pudiera viajar al pasado y alterar las cosas, dado que en última instancia podría eliminarse, y entonces estaríamos ante un ser y un no ser.

Podría haber un destino que fuera como una partitura musical, que prevé todo lo que sucederá, pero deja lugar a diferentes maneras de ejecutarlo.
Algo así como si nos dijeran: el destino de ustedes es la vida hasta la muerte. La manera en que ejecuten esa partitura queda en sus manos.
Buen provecho.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Honey, I'm home!

Hola Bichi... pero mirá qué carita tenés. Te mataron, ¿no? Cuándo conseguirás algo mejor. Dejá todo ahí, no te preocupes. Dejá todo, después juntás. Ahora sacás a Lila (la bulldog francesa). No te olvides la bolsita.



jueves, 22 de septiembre de 2011

Dang Dai, primera revista de intercambio cultural argentina-china

Estamos como locos con nuestra revista Dang Dai.

Es revista impresa (aparecerá el día que comience cada estación; ayer apareció la PRIMERA, como corresponde, con la PRIMAVERA) y página web.






La hacemos los tres viejos periodistas que hicimos El otro bicentenario: Camilo Sánchez, Néstor Restivo y yo, con un grupo de jóvenes que son los que trabajan: Diego Fieramosca, Diego Pallanch, Martín Rosetti, Horacio Paone, Leandro Teysseire.

Nos hemos metido en un partido de fútbol, la relación entre Argentina y China, en el que cada vez se juegan más cosas, a un ritmo insospechadamente vertiginoso, con una aceleración impredecible, al que entran a jugar cada vez más jugadores, y cuyo resultado podría ser una refundación de la Argentina.

Algunos de nosotros está poniendo en juego su carrera. En lo personal, pongo en juego mi apellido -esas solas 2 consonantes en que caben mi padre y mi no padre, mi ubicación en el juego de pertenencias, mis hijos, mi argentinidad y mi chinidad, etc.

Es, en fin, un partido que vale la pena jugar.

Dang dai = tiempo presente.
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lunes, 19 de septiembre de 2011

José el de la zapatería


El Gringo Tossi no lo iba a soltar ni loco al José. Había empezado a ayudarlo en la zapatería cuando tenía 16 años y el Gringo le había enseñado todo. Y le había salido buenísimo; no faltaba nunca, era tranquilito, obediente, nunca se quejaba y hacía todo bien. Hacía todo mejor que el Gringo. Inventaba, encontraba soluciones que el Gringo no conocía. Un día el Gringo lo encontró fabricando unas sandalias que nunca había visto en su vida. Josecito le dijo que una cliente le había llevado un modelo que había comprado no sabía dónde (“en otro paíse”, dijo el Gringo) y le había pedido que le hiciera un par igual. El Gringo agarró una sandalia, le miró los detalles, la estudió, se le devolvió a Josecito y le dijo “te da maña vos, ¿eh?” Tiempo después lo encontró haciendo un par de zapatos. Le preguntó si también lo estaba copiando y Josecito le dijo que no, que se los estaba haciendo a un tío que le había pedido. El Gringo conocía al tío, un imbécil que se llevaba todo por delante porque vivía en Norteamérica. Se la pasaba comparando para decir que “allá estas cosas no pasan”, “allá es todo automático”, “allá esto no lo usan más”. Josecito le creía al tío y lo que el tío le pedía, corría a cumplirlo. “¿Y cuánto te paga el tío?”, preguntó el Gringo, y Josecito hizo un gesto de que eso no tenía ninguna importancia.
El par de zapatos que estaba haciendo Josecito era prodigioso. El Gringo los miraba, los daba vuelta, los sentía y le parecía increíble que ese pibe que estaba todo el día sentado en un rinconcito minúsculo y oscuro de la zapatería sucia, hubiera hecho algo tan perfecto.
“Vó podé trabajar de diseñador”.
Josecito no lo entendió, porque no sabía qué era un diseñador y porque no se le ocurría que podía trabajar de otra cosa.
“Este infeliz, pensó el Gringo, no es pobre de plata. Es pobre porque se pasa la vida haciendo la milésima parte de lo que podría hacer, nada más que para que yo le pague una miseria, y con lo que podría vivir bien —vivir bien, ¿no?, viajar, ganar dinero, hacer lo que le gusta, mejorar— hace cosas que no las vende, ni las muestra. Las deja tiradas por ahí, o las regala. Se va a quedar toda la vida conmigo”.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El arte para qué


No puedo decirte qué hace el arte y cómo lo hace, pero sé que a menudo el arte ha juzgado a los jueces, vengado a los inocentes y enseñado al futuro los sufrimientos del pasado para que nunca se olviden. Sé también que en ese caso, los poderosos le temen al arte, cualquiera sea su forma, y que esa forma de arte corre entre la gente como un rumor y una leyenda porque encuentra un sentido que las atrocidades no encuentran, un sentido que nos une, porque es finalmente inseparable de la justicia. El arte, cuando obra de ese modo, se vuelve un espacio de encuentro de lo invisible, lo irreductible, lo imperecedero, el valor y el honor.


(Fragmento final de MINEROS, ensayo recogido en CADA VEZ QUE DECIMOS ADIOS. Traducción: Graciela Speranza. Ediciones de la Flor)

La princesa fría

Había una princesa que despreciaba a todos los hombres porque habían tratado mal a una de sus tías. Decidió que ningún hombre la poseería jamás, aunque aún tenía furia, y entonces decidió más: mandaría matar a todo hombre que quisiera conquistarla pero no lograba descifrar tres acertijos. 
Pero un día llegó un extranjero que lo consiguió. Claro que, siendo extranjero, en su mente había pensamientos desconocidos para la princesa. Dijo que no quería forzarla a ser su mujer, aunque él había pasado la prueba. La liberaría del compromiso, aunque para eso sería ella quien ahora debía pasar una prueba: podía mandarlo al diablo si averiguaba cuál era su nombre antes del amanecer.


(Esta historia está contada en la ópera Turandot, que era el nombre de la princesa. El que escribió la ópera fue Giacomo Puccini y quien interpreta al extranjero en este video es el extranjero español Plácido Domingo. A propósito, si alguien puso la condición de los tres acertijos, se los adivinaron y luego les dijeron que quedaría libres si adivinaban el nombre, digan Calaf).


martes, 13 de septiembre de 2011

Festival de la Luna en el Barrio Chino

 El domingo 11 de septiembre hicimos el prelanzamiento de la revista Dang Dai en el Festival de la Luna Llena que se hizo en el Barrio Chino de Belgrano.




















Nos asignaron un stand que atendimos Néstor Restivo, Silvana Perl, Camilo Sñanchez (los tres en la foto), Marcela Fernández Vidal, Irina Ng y el Gato Martín Rosetti.
Los porteños concurrieron en masa. El número de visitantes que recibe el barrio cada fin de semana se acerca a 15.000. Van a pasear, a los restaurantes, a comprar chucherías y a comprar comestibles en los supermercados chinos que casi no se consiguen en el resto de la ciudad, desde té ahumado hasta woks, en una lista infinita que incluye pescados y mariscos muy frescos, casi vivos, y verduras chinas desconocidas.

Estos chicos hacían un baile muy gracioso y dinámico, en el que se fusionaban a gran velocidad "la tradición" y lo "moderno", que viene a ser un pop tan rígido como lo tradicional. 











Esto es muy raro: son sólo argentinos los que llevan el dragón. De todos modos, el barrio chino no es donde viven los chinos, sino sólo donde algunos chinos tienen restaurante, supermercado o comercio de baratijas. La comunidad china en Argentina reúne cerca de 200 mil personas -lo que la ubica como la cuarta mayor-, pero la mayoría vive cerca del supermercado que lleva adelante su familia, de modo que hay una gran dispersión. 



Profesora de tai chui chuan con su alumno argentino. Mucha gente que concurre al barrio chino va a buscar el paquete chowfan-medicina-fengshui-budismo, inventado en los Estados Unidos en la década del 70. Pronto el paquete dejará lugar a otra relación.



Pareciera ser que la China es una fuente inagotable de misterios y extrañamiento. En esta vidriera se repite una y otra vez la situación originaria de la relación entre chinos y argentinos: a éstos la comida china les parece inconcebible. 

jueves, 8 de septiembre de 2011

Forajidos



A los negros y a los chicos les gustan por igual:

las mandarinas
no hacer nada
los héroes y los forajidos
la tele
las hamburguesas y los choripanes
subirse adonde no se puede
los autos
disfrazarse
calentarse
las cosas dulces
las peleas
meterse en las fuentes para mojarse
las cosas brillantes y luminosas
las armas
jugar, claro
las mujeres exuberantes
dormir
vestirse vistosamente
la coca-cola
reírse
las zapatillas
la música fuerte
los colores vivos
gastar
las papas fritas
correr
no estudiar
hacerse cosquillas
los escándalos
su tribu
hacer sin pensar en las consecuencias
las fiestas.

Esto me lo enseñó Mariela, y me parece que los dos envidiamos intensamente a los negros y a los chicos por igual.







martes, 6 de septiembre de 2011

Hay que hacer melodías simples



Caso 1



Caso 2



Caso 3

Valle Nevado / artículo periodístico


El hombre, elegante y suelto, saludó con un gesto cómplice a las adolescentes y ágilmente se largó por la pista Twist, desde los 3.700 metros del Cerro Tres Puntas. Si fuera una película, el esquiador habría sido James Bond. En el centro de esquí Valle Nevado, en lo alto de la Cordillera de Los Andes, el esquiador era demasiado parecido a Pierce Brosnan. Las chicas quedaron halagadas con su sonrisa, comentaron algo brevemente y encararon la misma pista. La celebridad del actor no las encandiló, ni compitió con la pasión que las había llevado allí: volar con el cuerpo sobre la nieve mágica.

Van a Valle Nevado quienes entienden la felicidad de esquiar. No es un lugar para ir de paseo, ni de shopping, ni para sentirse parte del jet-set, ni para tomar unas merecidas vacaciones. Es para quienes necesitan esquiar para sentir la dicha del frío y el cielo, las montañas, la velocidad y la libertad, y así se encuentran a sí mismos.

A un paso de la capital de Chile, este centro de esquí es un don para los santiaguinos. Pero tampoco es un lugar remoto para los brasileños y menos para los argentinos. Para nuestra visita a Valle Nevado, desayunamos sin apuro un café con leche en Buenos Aires, tomamos el vuelo en el aeroparque Jorge Newbery, en poco más de dos horas estábamos en Santiago, atravesamos la ciudad y por un camino de montaña llegamos al mundo blanco con tiempo para almorzar unas gratísimas pastas con mariscos en el restaurante Don Giovanni. Luego, con ansias de amante, nos calzamos los equipos que unos diestros muchachos nos asignaron para nuestro peso, altura y pericia, y nos fuimos a las telesillas, para disfrutar el alivio de no hacer más que un par de minutos de cola. Arriba, donde se habla cara a cara, sin intermediarios, con los cóndores y con el sol, ya dispuestos a volar, fue que nos encontramos con el hombre de la sonrisa y las adolescentes, quienes estaban cometiendo el pecado de haber faltado al colegio por esquiar (con permiso del padre, aclararon). Habían llegado a la mañana y volverían a Santiago a la noche.
Además de brasileños y argentinos, Valle Nevado es preferido por norteamericanos y europeos. Venir a Los Andes se está transformando en una movida mundial poderosa. Una medida de cuánto los esquiadores se apropian del lugar es la demanda creciente que tiene la práctica del heli-ski. Los helicópteros de Valle Nevado llevan a los más intrépidos a cimas de 4.200 metros, donde encuentran pendientes de hasta 2.000 metros de nieves vírgenes. Asimismo, equipos olímpicos de Japón, Australia, China, Suiza, Alemania y otros países entrenan en Valle Nevado. Se arma al final de la temporada un pequeño campeonato mundial silvestre, descontracturado y feliz.

Junto con los centros invernales de La Parva y El Colorado, Valle Nevado tiene el mayor dominio esquiable de Sudamérica: más de 9.300 hectáreas de dominio esquiable, con 37 kilómetros de pistas (pueden combinarse los pases con los otros dos centros).

Bajo los esquíes se siente una nieve en la que se puede confiar. Es la “polvo seco”, la mejor. Dado que a las alturas de Valle Nevado (entre 3.000 y 3.700 metros) no llueve y como las pistas no reciben el sol pleno de la tarde, esta nieve se conserva en óptimas condiciones. Esta es una de las características más valoradas de Valle Nevado por los esquiadores expertos. No hay viento y el cielo está tan despejado como una gota de cristal. Durante la temporada el 80% de los días son como este.

La pista Twist por la que se largó el espía más famoso es para expertos. Hay 39 pistas, de las que el 10% es para principiantes, el 36% para nivel intermedio, el 33% para avanzados y el 21% para expertos. Son extensos los sectores fuera de pista, a grandes alturas o entre pistas. Es buena el área de bumps y los que practican snowboard valoran la cantidad de barrancas. 

Algunos de nuestro grupo toman clases. El histórico Chino Vázquez los instruye con chistes, paciencia y determinación. Les cuenta que acaba de cruzarse con Natassja Kinski y que la semana pasada estuvo Seal. A una chica le dice que comete el mismo error que cometía Valeria Mazza y a un muchacho lo felicita por concentrarse como se concentraba Keanu Reeves. Hay 90 profesores, certificados por ISIA (International Ski Instructor Association), chilenos, argentinos, europeos, que también instruyen a esquiadores y snowboardistas de freestyle y freeride, entrenan para competencia y dan clases a personas discapacitadas.

Los instructores son eficaces, los equipos de nieve son de buenas marcas y de modelos muy recientes, los medios de elevación son óptimos y la seguridad parece impecable, desde la clínica hasta el estado de las pistas (el pistero es Serge Gilliot, una institución, que hace contratemporada en Francia y aquí está encargado desde 1988).

Nos alojamos en uno de los tres hoteles de Valle Nevado, Puerta del Sol, diseñado para familias, con kids zone, cine, salón de lectura, cyber café y 124 habitaciones. Muy cerca está el Hotel Tres Puntas, preferido por grupos de amigos y equipos de esquiadores profesionales. El Hotel Valle Nevado es más exclusivo, para parejas (con guardería para bebés) y suites reservadas para los huéspedes especiales. En el confort de los hoteles tiene un peso decisivo su funcionalidad para la actividad del esquí. El Puerta del Sol está a 50 metros de las pistas, y como los alojamientos de las mejores villas de ski, tiene ski-in y ski-out.
También pueden alquilarse departamentos para hasta ocho personas, con acceso a servicios de los hoteles.

Por las noches cenamos en el restaurante La Fourchette, donde uno se siente en un palacio de Viena, con una distinción inapelable en medio de un lugar tan majestuoso. Durante el día, cuando nos era imposible abandonar los esquíes, almorzamos en Bajo Zero, el restaurante emplazado en medio de las pistas. Brillando a la luz del sol cercano, en medio de la magnífica blancura de Los Andes, bullen los vivos colores del esquí. Familias, muchachos en grupo, niños, parejas, todos en movimiento, viviendo la fiesta del esquí. Alrededor están los comercios, cerca está el spa, más allá el pub donde a la noche tocarán bandas en vivo. Cada día se almuerza al sol, en este bar ajetreado, y cada día tiene algo nuevo, una carrera entre los huéspedes, bajadas con antorchas, competencias internacionales, exhibiciones. En aquella mesa están las chicas que deberían estar en la escuela, más allá los jubilados franceses, aquel que bromea con la rubia es el Chino Vázquez (seguramente la rubia es una actriz famosa), estos tres muchachos son los brasileños que tomaron la clase con nosotros… En los días en Valle Nevado se genera algo parecido a una comunidad, ciertamente una pertenencia. Uno se va con unas cosquillas adentro que lo harán volver. Y así los esquiadores vuelven, con ese vicio que crea el esquí, y así Valle Nevado se hace un lugar al que vuelven los esquiadores siempre, desde chicos, luego jóvenes, luego en pareja, casados y al fin llevando sus chicos.


Artículo publicado en el suplemento Viajes, diario Clarín, domingo 4 de septiembre de 2011.




Punta Ninfas / artículo periodístico


Renata, la chica italiana, alta y distinguida, tomó un libro de la biblioteca y se ha sentado a leer junto al fuego. El libro cuenta la vida de las ballenas francas australes, que Renata ha visto en la mañana. Con sus compañeras de viaje, frente a un paisaje tan grande que se sentían ante el infinito, vieron a las ballenas entrando al Golfo Nuevo. Algunas pasaban a unos metros. Estaban en Punta Ninfas, en la boca del golfo. Más allá del agua estaba el otro marco que lo cierra, la Punta Cormoranes de la península de Valdés.
El asombro es interminable cuando se observa las ballenas. Se ve una, al rato otra, otra con la cría, y se quieren ver más. Se sienten ansias porque aparezca otra. Algunas lanzan la nube de vapor de la respiración, otras se elevan casi verticales en un salto, para caer pesadamente, otras asoman su graciosa cola negra. Se empieza a entender que están retozando, comiendo, chocando unas con otras, acariciándose. Al rato de contemplarlas como fenómenos de otra realidad, va abriéndose paso la conciencia de que esos seres colosales son milagros del mismo mundo en que vivimos. Compartimos con ellas este planeta, nuestro único hogar.
Esto es lo que pensaba Renata mientras hojeaba el libro dentro de la estancia El Pedral, una esbelta casa blanca con los techos rojos, acompañada por árboles verdes, cerca del mar. En su interior los muebles de época, las viejas fotos, los antiguos objetos y el suave crepitar de la leña quemándose en el hogar creaban una cálida armonía. La soledad es hermosa allí dentro; afuera reinan la fuerza de la nada en el desierto, la fuerza incesante que mueve el mar y la fuerza que alimenta el viento eterno.
No dan ganas de salir de esa casa, pero en la Patagonia, andando siempre se encuentra algo asombroso. Si una cosa han hecho los humanos en estas planicies remotas, desde los tehuelches a las chicas italianas, es deambular, explorar y descubrir.
Pocos se han metido en tantos rincones de Punta Ninfas como Wendt von Thüngen, uno de los encargados de El Pedral. Como si hubiera nacido allí, conoce cada playa, cada cañadón, cada bahía, cada acantilado. Y le encanta mostrarle a los visitantes sus hallazgos, como la colonia de elefantes marinos en una playa al pie de acantilados de 50 metros de alto. Los machos llegan cada septiembre. La zona es el único apostadero continental de elefantes marinos. Se ha estimado que llegan unos 20.000 individuos. En Punta Ninfas Renata y sus amigas se han acercado a un grupo de esas descomunales criaturas del tamaño de un automóvil, belicosas rocas vivientes con una trompa que sacuden amenazando al mundo entero. Una hembra habrá levantado la cabeza para mirar con sus gigantescos ojos acuosos de extraterrestre melancólico, a las misteriosas visitantes. Nunca vio seres similares cuando bucea durante horas en las profundidades donde la luz no llega.
Desde las costas se aparecerán lobos marinos, quizás las aletas negras de dos orcas marchando indefectibles dentro del mar. El guía mostrará feliz una nueva colonia de pingüinos. Contará que empezó hace tres años, cuando llegaron unas pocas parejas de jóvenes pioneros y al año siguiente ya había 84 nidos.
Caminando, a caballo o en mountain bike se puede andar por estos lugares, y es posible llegar al Cañadón de los Fósiles, un yacimiento de animales de hace millones de años, o al pedral, un extraño amontonamiento gigante de piedras de canto rodado junto al océano. Allí las chicas italianas habrían de perder la respiración al ver a las ballenas pasar tan cerca que pudieron mirar sus ojos, y descubrir que las ballenas también las observaban a ellas. Agosto y septiembre son los meses movidos, época de apareamiento y de nacimientos de las crías.

Puede explorarse Punta Ninfas pasando unos días en la El Pedral Lodge, la casa del estilo normando y los techos rojos. En la casa principal, donde se sirve el desayuno y las comidas, hay salas de estar, comedor, cocina y una torre ideal para aislarse del mundo contemplando el paisaje. En dos anexos están las habitaciones y en el quincho hay una sala de juegos con una mesa de snooker, y un comedor para servir los corderos patagónicos asados.
También puede conocerse el lugar en una excursión desde Puerto Madryn, a unos 90 kilómetros. El "Safari al Pedral" ofrece vistas panorámicas del océano atlántico e informa cómo funciona una estancia dedicada a la producción de lana. Comienza con una visita a los corrales de ovejas y va hacia los altos acantilados que caen abruptamente en el mar. Además de ballenas, pingüinos y demás animales marinos, recorre la estepa, en donde se ven guanacos, ñandúes, zorros y sobre todo, el vacío gigantesco que habita el sur del continente. El programa cuesta unos 100 dólares por persona, incluyendo traslados, guía y almuerzo.

Si el plan es disfrutar de unos días en El Pedral, se pueden hacer visitas a los lugares de alrededor. La ciudad de Puerto Madryn ofrece el tradicional Museo Oceanográfico y de Ciencias Naturales y el moderno Ecocentro, el kitesurf en la playa y el buceo en el mar. En Gaiman se podrá ser feliz en una casa de té que brindará la variedad legendaria de las tortas que los galeses hicieron durante siglos. En Punta Tombo, pedregosa franja de playas que penetra en el mar, se asistirá al espectáculo fascinante de un mundo de pingüinos (es la mayor colonia de pingüinos de Magallanes del planeta). Desde Puerto Pirámides, la villa balnearia de la Península de Valdés, se podrá embarcar para estar con las ballenas dentro del Golfo Nuevo. En la ciudad de Trelew se puede visitar el Museo Paleontológico Egido Feruglio, que exhibe los dinosaurios que habitaron hace más de 65 millones de años estas tierras, cuando eran unas selvas blandas y húmedas de savia e insectos gigantes.

De regreso de estos paseos, ya de noche, mientras las estrellas han estallado en el cielo patagónico, tal vez el viento amaine para que Renata, la chica italiana, escuche desde la placidez de la cama caliente, el extraño canto de las ballenas. Seguramente se están hablando entre ellas, pero quizás alguna le esté hablando al faro, el faro que es negro y amarillo de día y ahora es una sombra recortada en la Vía Láctea. “O quizás, piensa Renata, la ballena me está cantando a mí. ¿Por qué no?” Por qué no.


Publicado en el Suplemento Viajes, diario Clarín, domingo 4 de septiembre de 2011