jueves, 4 de agosto de 2011

Por los márgenes de Santiago de Chile


Pasamos por un shopping mall con la palabra Ripley. Sólo describo lo que veo desde mi ventanilla, a la izquierda de la ruta que va desde el aeropuerto hacia el oriente. Pasamos dos Sodimac. Hay una salida a Maquehue Sur. Varios carteles dicen que vamos a Kennedy Oriente (no sé qué es). Pasamos por el Colegio Pedro de Valdivia. Adelante están las montañas nevadas. La Cordillera de los Andes está en las afueras de Santiago. Pasamos por la Universidad del Pacífico. Charlaré con el chofer más adelante, cuando estemos solos, y me dirá que está de acuerdo con los estudiantes que protestan. Me explicará que un tercio de lo que él gana va a pagar la carrera universitaria de su hija. Dice que los 20 años de comunistas y socialistas desde Pinochet no sirvieron para que nada cambiara, sólo para que los ricos ganaran más. Estaremos en la puerta de un hotel en un centro de esquí. Me mostrará un vehículo estacionado: “ese cuesta la mitad de mi casa”. Los estudiantes estarán preparándose para volver a marchar por La Alameda, para que la educación sea accesible. Los diarios difundirán a las autoridades del gobierno repitiendo que no permitirán las protestas con razones tan fundamentadas como “todo tiene un límite, ya es suficiente”. Machacan con argumentos de padres y maestros cuyo sentido común indica que se puede razonar con los chicos, pero si se ponen caprichosos, se acabó el entendimiento. Por la Razón o por la Fuerza. Después de todo, aún vige en Chile la prohibición del derecho a manifestarse dictada por Pinochet. La imagen del presidente Piñera no está fuerte, pero los diarios coinciden decididamente con el “se terminó la discusión”.

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