jueves, 18 de agosto de 2011

Más de Erik Satie


Ya di algunos datos de Erik Satie. No dije que:

A los 14 años entró en el Conservatorio de París pero no le gustó el trabajo, la disciplina y las reglas, y se fue a trabajar en los cabarets de Montmartre.

A los 40 volvió al conservatorio y se graduó como el mejor estudiante.

Sus composiciones fueron de factura simple, escritas para piano, con lirismo sutil que influyó en Debussy, Ravel y el Grupo de los Seis.

Se hizo rosacruz y creó su propia religión, "L'Eglise Métropolitaine d'Art de Jésus Conducteur"-

Murió de cirrosis, o más bien de alcohol y la vida bohemia de un tipo a quien se le murió la madre cuando tenía cinco años y nunca fue terminado de criar.

Desde su muerte en 1925 fue olvidado por el público hasta que lo rehabilitaron en los 60.

El profesor Alfonso Vella escribió para el Conservatorio Superior de Música “Rafael Orozco”, de Córdoba, estos otros aportes:

Cuando en 1917 se estrenó en París, su ballet Parade (letra de Cocteau, escenografía de Picasso) se agarró a trompadas con detractores, molestos porque “Satie había reforzado la plantilla orquestal tradicional con la inclusión de una máquina de escribir, dos sirenas de vapor, una rueda de lotería, una matraca, un «botellófono» (conjunto de botellas afinadas según la cantidad de agua que contienen) e incluso un revólver que era disparado varias veces en escena.”

En la obra, “los principios formales arquetípicos son abandonados (…), el desarrollo temático es sustituido por la repetición y la yuxtaposición. Solemnes pasajes, ligeras melodías de music-hall, fragmentos de canciones populares, valses, fanfarrias, ragtimes, two-step y otras fórmulas jazzísticas se combinan o se suceden sin transición. Pero además Satie -se observa aquí cierto paralelismo con la pintura cubista- saca las cosas de su contexto acostumbrado para presentarlas con nuevos enfoques. Del mismo modo que introduce en la orquesta objetos como una máquina de escribir o una rueda de lotería y los convierte en instrumentos musicales, también entrelaza elementos divergentes (sencillos planos diatónicos con otros politonales, delicadas melodías con fórmulas rítmicas bruscas y obstinadas) hasta conseguir entre ellos una perfecta integración.”

Rebobinando, “Ya desde estas primeras partituras Satie se revela como un importante innovador, huyendo del cromatismo postromántico y adelantando ciertos rasgos que más tarde Debussy hará propios: bloques paralelos de acordes, lenguaje modal, acordes de novena tratados libremente. En algunas de ellas, además, renuncia a la barra de compás, un gesto muy audaz para la época.”








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