miércoles, 16 de febrero de 2011

Fragmentos de El segundo anillo de poder, de Carlos Castaneda


El Nagual (don Juan) es un demonio de ni sé qué época.

Hay alguna cosa allá, en aquella inmensidad, que está tirando de nosotros.

Yo sabía que mi amigo, su mujer, el dinero, su casa y la ciudad eran, tal como la casa de Porfirio, una visión. Sabía que una fuerza superior a mí me desintegraría en cualquier momento. Por lo tanto, me senté a aprovechar al máximo estar en compañía de mi amigo. Bromeamos y nos reímos. E imagino que fui divertido, alegre y encantador. Me quedé allí mucho tiempo, esperando el golpe; como no llegó, decidí partir. Agradecí a mi amigo el dinero y su amistad y me despedí. Me alejé caminando. Quería ver la ciudad por última vez, antes de que la fuerza me llevara consigo. Deambulé la noche entera. Caminé hasta los cerros que dominaban la ciudad y en el momento en que el sol nacía tuve una idea que me alcanzó como un rayo. Yo estaba de regreso en el mundo y la fuerza que me desintegrará estaba descansando y me dejaría un tiempo más aquí. Vería mi tierra y esta Tierra maravilloso un poco más aún. ¡Qué gran alegría, Maestro! Sin embargo, no podía decir que no hubiera disfrutado la compañía de Porfirio. Las dos visiones son iguales, pero prefiero la visión de mi forma y mi tierra.

Guía de cosas para contemplar, en orden:

Las hojas secas
Las pequeñas plantas
Los árboles
Los insectos
Las piedras
La lluvia
La distancia
Las nubes
El fuego
El humo
Las sombras
Las estrellas
El agua


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