miércoles, 10 de noviembre de 2010

Noticia de Ernesto Fowles



Ernesto Fowles nació en una estancia de la provincia de Chubut, en medio de la infinita estepa patagónica. Vivió intensamente; cada uno de sus días estaba lleno de muchas cosas. Así, aún no había cumplido dieciocho años cuando ya escribía para la Estrella de Comodoro Rivadavia. Rebalsaba talento para escribir.
Rápidamente alcanzó el tope de sus etapas como escritor: la romántica, la clásica, la moderna, la vitalista. Por los 30 años ya había llegado a la madurez como autor, lo que no significó el final de su experimentación. Un lector capaz de concentrarse sólo en la historia (el lector a quien le escribía Fowles) no habrá de descubrir pero disfrutará de sus juegos, siempre arriesgados y a la vez garantizados por su maestría. Tempranamente en el siglo XX entretenía su virtuosismo explorando los temas más hondos de la condición humana en relatos aparentemente muy simples, macizos y puntuales. Hemingway promulgaría muchos años después la fórmula de Fowles: un buen relato está hecho de la tensión interna que obliga al escritor a escribir y que no aparece en las palabras sino en la entrelínea.
Fowles escribió mucho para entender las relaciones entre un hombre y una mujer. “El cuerpo de la araña” es un ensayo sobre aquel tortuoso aspecto de algunas relaciones que se materializa en el rompimiento por parte de uno de los dos: el relato detalla el modo en que una araña atrapa una presa, le inyecta una droga que deja a la presa embelesada; describe cómo ésta, pudiendo escapar, prefiere la dulzura del estado extático; cómo la araña comienza a sorber sus jugos mientras le va suministrando más droga, cómo los dos viven adictos uno al otro en ese estado de intercambio vicioso durante varios días, posiblemente los días más felices de sus vidas, y finalmente cómo agotada la presa de toda vitalidad que nutra a la araña, la araña, sin remordimientos, sin conciencia, la olvida para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario